(III-Los veteranos)
En un cierto foro de internet, hablaba yo hace años que los “podencos maestros” son muy apropiados para ponerle al lado un cachorro en los campeos y que se vayan habituando a lo que hace el veterano, del cual se supone que queremos “copiar” su manera de trabajar y que esta manera es de nuestro agrado. Los perros asimilan muchas características por imitación. Se reía de mi escrito un sabelotodo porque interpretaba que la palabra “maestro” aplicada a los podencos viene de que “enseña algo” asimilando la palabra “maestro” a lo que sería “profesor” o “enseñante”.
Pero la palabra “maestro” tiene otra acepción en el castellano antiguo (y el uso y adiestramiento de los podencos es muy muy antiguo) y esta es (copio literal del diccionario de la RAE): “Dicho de un animal: Que está adiestrado. Perro, halcón maestro”
Es decir, un perro maestro es el que ya ha aprendido todo lo que tiene que aprender, un veterano. Y no un “animal que enseña” como pensaba “el animal” que se reía de este viejo término entre los podenqueros.
Digo esto porque cuando los podencos llegan a una edad en que sus cualidades físicas empiezan a mermar, dependiendo del trato que le hayamos dado, entre los ocho y diez años de edad, debemos tener en cuenta algunas cosas:
En primer lugar, en cuestión de cuidados y salud, son más propensos a la obesidad (es conveniente administrare pienso de tipo senior, si podemos), si no los entrenamos convenientemente. Y todos los podenqueros sabemos lo complicado que es sacar un podenco al campo para entrenarlo en tiempo de veda, tanto que se habla ahora del bienestar animal. También son más propensos a los golpes de calor o a las agujetas o a dañarse articulaciones o riñones por sobre esfuerzo (cuidado con esto si queremos evitar un accidente fatal a un animal que nos sirvió bien durante toda su vida). Normalmente, si es un perro inteligente, él mismo se dosifica y baja su ritmo de trabajo.
En segundo lugar, esta bajada de ritmo y duración de las jornadas, supone, sobre todo en edades avanzadas, ciertos detalles que muchos podenqueros convendrán conmigo en que pasan. Por ejemplo, son los primeros en detectar una pieza e incluso en latirla (su latido se acrecienta con la edad en muchos ejemplares), pero no los primeros en levantar la pieza o correrla, ya que su aviso habrá puesto en alerta a otros podencos más jóvenes del grupo. Es por estas cosas y alguna más, que el uso que podemos darle a los podencos veteranos puede cambiar cuando llegan a esa edad. Por ejemplo, sacarlos aparte, en lugares más sencillos y donde nos aprovechemos de su veteranía para cazar “al salto”, como si de un perro de muestra o levantador se tratara, a tiro de escopeta y donde podremos disfrutar mucho más de su veteranía que dentro de un numeroso grupo de podencos de todas las edades.
Otra aplicación que le viene como anillo al dedo, es la ya mencionada antes de sacarlos como guía de los cachorros y podencos jóvenes en los campeos. No siempre, sino alternativamente, pues puede que corramos el riesgo de no favorecer la iniciativa de los perros que empiezan. Pero de vez en cuando, sacar los cachorros con un veterano, hacen que estos se acostumbren a entrar en la espesura con el perro viejo y que este pueda facilitarles ver alguna pieza en terrenos de escasez, donde por su poca experiencia, sería difícil que los jóvenes la levantaran por ellos mismos.
La caza de pluma, si los hemos acostumbrado a ella antes de llegar a veteranos, la ejecutan a estas edades con mucho más temple y sabiduría, de forma que es más fácil para el cazador tirarle la pieza al perro que en su época de jóvenes o adultos con más brío que ya de viejos. El refrán de “cazador cojo y perro viejo” no es gratuito en el saber popular español.
Por último y hablando de refranes españoles …. “Es de bien nacidos ser agradecidos”. Y ese veterano que tantos días de disfrute nos dio, se merece, cuando ya la edad lo va dejando sordo, cegato y con pérdida de otras facultades, una jubilación de lujo en nuestras perreras, dejándolo que campee lo que él quiera, con buena comida y buena cama y sobre todo, no privándole de nuestra compañía, que el animal valora más cuanto más tiempo ha estado con nosotros.