Desgraciadamente, es frecuente oír esa frase a algunos cazadores y sobre todo a muchos podenqueros:
— ¡Se lo tragó la tierra! o bien alguien me estaba esperando escondido y cuando pasó el perro cerca de él lo trincó y se lo llevó. ¡Incluso vi una furgoneta sospechosa pasar por allí cerca!
Cuando cazamos en monte tupido, arroyos o ríos con mucha maleza, la zona puede ocultar trampas que nosotros no podemos ver, pero el perro si puede llegar a ellas. He visto simas en algún pedregal, que tras una minúscula entrada ocultan una caída interior de varios metros, dónde un animal salvaje puede entrar y salir, pero desgraciadamente, un perro no. También las zorreras pueden tener en su interior angosturas por las que un zorro entra y sale a duras penas y un podenco puede meter la cabeza y, con la tensión del acoso, penetrar ajustando su cuerpo a la estrechura, pero una vez que pasa el fragor de la batalla y ya con el perro más relajado, es incapaz de salir de allí.
Y lo malo es que, si el sitio donde el perro se ha quedado atascado es lo suficientemente profundo, no oiremos sus ladridos de llamada. Incluso, a veces, la zorrera o agujero por donde entró está en un tajo de un barranco inaccesible para una persona, a no ser con cuerdas y dispositivos de escalada.
En mis muchos años de cazador con podencos he visto de todo. Perdí una perra excelente, hermana de mi “Curro” el viejo, en la Sierra de Córdoba. Años después, en la zona donde se perdió la perra y mientras buscaba níscalos, entré agachado en una espesura en la que divisé varios níscalos y vi una madriguera grande de tejones que, por las huellas y cagarrutas estaba muy tomada y que me hizo recordar el día que se perdió la perra. Además, los tejones son los bichos más duros a los que se pueda enfrentar un perro, más que un zorro o un meloncillo y mucho más en el propio terreno del tejón, como es su guarida.
Otro día se me perdió un perro cazando en el soto del río Guadajoz, cuando este llevaba gran cantidad de agua y precisamente en un recodo donde hacia el agua un remolino. Después de mucho llamarlo, entré a gatas en la maleza hasta llegar al recodo. En ese punto del río había una pared que era puro barro y muy vertical, llevando mucha fuerza el agua. El perro estaba en el agua, en medio de la corriente e intentando gatear por la pared de barro. Estaba casi exhausto en esa trampa mortal. Quizá si se hubiera dejado llevar por el río hubiera podido salir corriente abajo, o tal vez el remolino lo hubiera absorbido, pero el animal seguía intentando gatear por la pared de barro que seguramente era por donde se había caído. Como suelo llevar un cordón de cuero grueso y muy resistente para atar algún perro en la recogida, esta vez me até yo a un taraje y descendí por la pared hasta que en uno de los intentos del perro pude cogerle una mano y subirlo. Lo pasé tan mal que ya no volví a cazar en esa zona.
Hace unos días, mie perro “Curro” echó un conejo o un zorro (no pude verlo) en la sierra y este corrió hacia su refugio en unos majanos de troncos y ramas en medio de un zarzal. Oí sus ladridos apagados al rato y dentro de la leña. No podía salir de ninguna manera. Hubo que ir por una motosierra, entrar al zarzal y cortar troncos. Allí se me ocurrió esta reflexión, que quizás pueda servirle de ayuda a algún otro podenquero:
Literalmente, se los traga la tierra.
Ami me paso con un collar de cadena entro la perra con un conejo negro por casualida el cual erre el tiro se crozo un palo en el collar se giro y murio en poco rato cuando empezamos a quitar ramas era tarde.una pena era una buena perra mis perros ya no llevan collar cazando