Vaya por delante que, cuando hablamos de una raza, siempre hablamos en término medio. Seguro que alguien podrá argumentar que tuvo un podenco cuyo carácter era inmejorable. Y algún otro dirá que su perro, siendo bueno para la caza, se comporta como un zorro con los extraños e incluso a veces con el propio dueño. Ejemplares extremos los encontraremos en todas las razas.
El carácter propio de la raza es un factor importantísimo que debemos tener en cuenta en la selección y formación de nuestros perros. Los podencos no son precisamente perros de carácter sencillo y abierto, hablando, como hemos dicho, en término medio. En otras razas de perros de caza, el carácter suele ser mucho más homogéneo y menos sutil que el de los podencos, salvo en contados ejemplares que se consideran “defectuosos” si no responden a esa afabilidad que propone el estándar de todas las razas de muestra. Sin embargo, con los podencos esto no ha sido así y se han criado y valorado ejemplares con un carácter semi-salvaje, sólo por el hecho de que, a solas con su dueño y su recova, estos ejemplares cazaban bien o incluso muy bien.
De hecho, antiguamente, los ejemplares con carácter huraño eran valorados como una garantía de que ese perro no se iba a marchar con nadie ni a dejarse coger si se perdía, ni a entregar una pieza a un extraño cuando los soltaban de noche para cazar y volvían a casa de su dueño con algún conejo o liebre en la boca.
Cierto es que por su carácter gregario, un ejemplar con un temperamento huraño, próximo al de un animal salvaje, a través del establecimiento de una adecuada jerarquía en la recova puede llegar a integrarse totalmente en ella y colaborar en el campo como uno de los mejores o incluso el mejor en determinadas secuencias de la caza, pero será complicado que ese perro pueda cazar bien con otros perros o personas; tendrá siempre un temperamento problemático, será difícil que pueda hacer un buen papel en una prueba de trabajo concursando con perros y gente extraña, nos lo pondrá difícil si intentamos llevarlo a cazar la pluma, en mano con otros compañeros o a cobrar en puesto fijo, pues muchos de esos ejemplares no cobran bien… es decir, en situaciones donde se le exige equilibrio y templanza, desde mi punto de vista, su carácter arisco será siempre una desventaja más que un factor positivo.
Soy partidario de seleccionar aquellos ejemplares que demuestren desde cachorros un carácter equilibrado y una buena compenetración con el dueño, sin excesiva sumisión ni miedos (el típico ejemplar que se agacha y se mea cuando nos acercamos a él, me resulta insoportable). Para mí es un orgullo que un perro mío le entregue una pieza cobrada a un compañero, si éste se encuentra más próximo o si la ha abatido él y que se deje acariciar por el cazador. Y desde luego, al estudiar los cruces, si valoramos un ejemplar de carácter difícil, aunque muy bueno en el campo, lo ideal es cruzarlo con otro ejemplar de demostrado equilibrio y templanza.
Cuántos dueños primerizos con los podencos, acostumbrados a otras razas, han salido renegando de los mismos si su primer ejemplar ha sido de los de carácter difícil. Y cuántas veces hemos sabido de podencos que se han perdido un par de días en el campo y ya no obedecen en absoluto a la llamada de su dueño, aunque lo encuentre y lo llame.
Por experiencia sé que poquísimos podencos bien enrazados son inútiles para la caza. En un noventa y tantos por ciento de los casos, el fracaso de un podenco para la caza, si el ejemplar procede de una buena línea de cría, se debe a que su dueño no ha sabido interpretar su carácter y conducirlo a los terrenos donde sacarle el mejor partido. Podríamos decir, haciendo una extrapolación, que un buen torero suele sacarles a todos los toros lo mucho o poco de bueno que encierran y aminorar sus defectos en la faena, llevándoselos al terreno que pide el animal. Otra cosa es que nos salga un toro de los de dos orejas y rabo, es decir un podenco excepcional, pero haciendo las cosas correctamente en el trato con nuestro podenco, podremos sacarle lo mejor de sí, que raramente es poco, repito, siempre que hablemos de un podenco de buena casta.
Lo que le e visto en televisión es usted un gran entendido en el podenco y un gran cazador un saludo y a seguir asi
Gracias, José Antonio.
Si todos los podenqueros pasáramos con los perros más tiempo que no sea el estrictamente de caza, tiempo en el patio de la perrera, paseos con la correa, o simplemente tenerlo en nuestro salón mientras vemos la tele,,, entenderíamos mucho mejor a esta raza y los perros entenderían también mejor lo que su dueño quiere de ellos.