En el blog anterior, la parte I de este mismo título, decíamos que, si nos sale un podenco con un carácter excesivamente arisco, temeroso, o en definitiva, desequilibrado, debemos ir pensando que no es el ejemplar idóneo para criar con él. No obstante, siempre podemos hacer algo por mejorar el carácter de un individuo con ese tipo de problemas, desde cachorro. Con este propósito seguimos el artículo.
Mejorar el carácter de los ejemplares de nuestra recova
Afortunadamente, otra de las características de nuestra raza es la moldeabilidad, es decir, su capacidad de adaptación a situaciones diversas, terrenos y piezas de caza. Por ello, nosotros podremos influir en cierta medida durante su etapa de cachorro e incluso en la primera época de adulto, en el carácter que tendrán en años posteriores, aunque de vez en cuando aparezcan ejemplares realmente difíciles de tratar.
La sociabilización de los cachorros es fundamental e importantísima para que no se nos vaya de las manos el carácter de nuestro perro y resulte luego difícil poder reconducirlo. Pero incluso con un cachorro correctamente sociabilizado, podemos tener problemas en su etapa de joven y adulto si no observamos cierta perseverancia en nuestro empeño de adiestramiento.
Los podencos son perros muy listos, entendiendo por esa inteligencia su capacidad de adaptación al medio y a la caza, es decir, su inteligencia va orientada siempre a su supervivencia, incluso en un medio hostil, pues la caza, para ellos, es una consecuencia de su fuerte instinto de supervivencia, próximo al de los cánidos salvajes. Por eso se ha repetido mucho en el mundo podenquero, que ‘el podenco caza para él y nosotros cazamos con él’. Esta afirmación, si bien es cierta, la podremos matizar más adelante.
No hablamos aquí de lo que comúnmente se entiende por inteligencia canina, que es su capacidad para el adiestramiento con el fin de realizar determinadas tareas de utilidad humana. En esos campos destacan otras razas como el Collie, en su labor de perro pastor o el Pastor Alemán, en su labor como perro policía o de guarda, o el Retriever Labrador o Golden, en sus labores como perros guías o como perros de cobro (que son auténticos ordenadores con patas capaces de memorizar dónde han caído las perdices en un ojeo, por ejemplo). Es decir, en otras razas, la inteligencia canina siempre se ha valorado como la capacidad que tiene el perro para que asimile lo más rápidamente posible lo que queremos de él. La inteligencia de los podencos presenta un lado más salvaje y orienta sus sentidos y la traducción de las señales que percibe (olores, sonidos, imágenes) en su cerebro, en pro de atrapar y cobrar la caza dado que el cobro es innato por sumisión al líder.
Ahora bien, nuestro podenco debe tener clarísimo que los jefes somos nosotros. Si unimos a su instinto cazador, su carácter gregario, el podenco considera a su dueño, como un miembro más de su ‘manada’. Debemos enseñarle que ese miembro es el jefe, porque si no, nos disputará la jerarquía, como también está escrito en sus genes. Ahí está el secreto de su adiestramiento, en demostrarles, en su etapa de formación, reforzándoselo en todo momento, que nosotros somos los jefes y que nos debe sumisión. Entonces es cuando será un perro válido para la caza, independientemente de que sea más o menos arisco, pues sabrá asociarse con el resto de sus compañeros caninos, sabrá cazar en el entorno de la escopeta, ya que rápidamente entienden que ésta es la que facilita morder la pieza y sabrá a quién cobrar la caza cuando se produzca la ocasión.
Un podenco que no cace es un contra Dios. Es como tener un caballo de pura raza española como bestia de carga, habiendo mulos. Si un cachorro de podenco cae en manos de una persona no cazadora, será muy de su dueño, como pocos perros puedan serlo. Si el dueño no es cazador, debe llevarlo, de vez en cuando, al campo, aunque no haya caza en dicho lugar, si no queremos convertirlo en un animal desgraciado. Y si alguna vez en sus paseos y andanzas por el campo corre o nos atrapa un conejo, no le riñan, es para lo que fue puesto en la faz de la tierra y para lo que ha evolucionado.
Cuando hablamos de que los podencos cazan para ellos, como decíamos anteriormente, no tenemos más remedio que matizar dicho aserto. Si tenemos en cuenta que el podenco posee también un acusado carácter gregario y acostumbra a cazar en grupo y si aceptamos el hecho de que considera a su dueño no sólo como un miembro más del grupo sino como el jefe, concluiremos que el podenco correctamente adiestrado, en realidad caza para su jefe, para su dueño.
Debemos mantener un constante equilibrio entre hacer que nos muestre obediencia y sumisión y a la vez no cortarle las alas de su excelente iniciativa en la caza. Si nos pasamos en recortarlo y pretendemos que cace siempre debajo de la escopeta, ya deja de ser un podenco, en lo que se espera de esta raza. Debemos conseguir mantener intacta su iniciativa y que el perro llegue al convencimiento de que la escopeta es la que le permite morder caza la mayoría de las veces, lo cual comprenden pronto, a las primeras veces que asocian sonido del disparo con posibilidad de morder la caza. Entonces es cuando tendremos el podenco ideal, pues sabrá lo que tiene que alejarse, dependiendo del terreno, sin perdernos de vista e intentando echar la caza hacia la escopeta, hacia donde está su jefe.
He observado que los podencos veteranos, cuando salen al campo, saben perfectamente si llevas la escopeta o no la llevas, si han de cazar por su cuenta y a diente, en cuyo caso aumentan su radio de acción, o si han de cazar para la escopeta y entonces se mueven prioritariamente en el radio de alcance del disparo, más o menos.
He tenido podencos que, con sólo girar mi cuerpo para mirar en determinada dirección, estando en un alto de una zona de monte, se han puesto a buscar en la dirección donde estoy mirando. Llegan a seguir tu idea con un lenguaje puramente corporal. Y otras veces, en barrancos grandes o cuando voy tras las perdices, tengo que cederles a ellos la iniciativa, pues saben mejor que yo hacia dónde va apeonando la pieza o hasta dónde tienen que registrar el testero de enfrente para que haya posibilidad de lance. Cuando llegamos a este entendimiento es cuando podemos disfrutar al máximo de un podenco en el campo.