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Las Edades de Los Podencos (II-Los adultos)

(II-Los adultos)

Es cuando un podenco llega a los tres años de edad cuando coge hechuras de adulto. Físicamente ensancha todo lo que tiene que ensanchar su caja torácica y riñones. Ya no veremos al perro estilizado y algo zancón que fue en su época de joven, con un año y hasta dos años o más, que mantienen los ejemplares de más talla (los ejemplares de talla chica ponen cuerpo de adulto antes que los de talla media y grande). Su musculatura ha llegado a su máximo desarrollo y esplendor y si no está convenientemente campeado, puede mostrar signos de obesidad, que de cachorro no mostraba. El desarrollo es muy parecido al de los humanos o al de otras especies animales.

Su carácter de “incansable” en el campo, que mostraba a los dos años de edad, ya empieza a depender del entrenamiento y alimentación que tenga. Algo así como que el exceso de partidos le pesa más a un futbolista de 30 años que a uno de 20.

Si en su etapa de joven ha tenido bastantes experiencias, cuando llega a los tres años, el podenco se estabiliza y se vuelve más “predecible”. Es decir, sabemos de antemano, según sus manifestaciones corporales, rabeo y latido lo que va a acontecer en cada lance casi con exactitud. Y también sabemos hasta donde va a llegar llega su calidad como perro de caza. Podemos decir que el podenco “ya está hecho” y salvo detalles de pillerías con los que van supliendo su falta de energía cuando ya van para viejos, poco va a cambiar su manera de cazar durante los años que su cuerpo le permita ese apogeo de adulto.

También, una vez pasados los ardores juveniles, podemos meter al podenco a cazar la pluma, codorniz y perdiz, si es que queremos disfrutar de unos lances distintos a los de la muestra, pero no por ello menos espectaculares.

¡OJO! Los defectos que le hayamos dejado en su etapa de formación también los fijará y serán ya más difíciles de erradicar. Por ejemplo si le hemos dejado que escarbe en madrigueras, si no le hemos castigado que se revuelque en las cacas, si no lo hemos acostumbrado a trabajar igual solo que con otros perros o cazadores extraños… todo lo adquirido o no adquirido se le fijará.

El tiempo que dura esta etapa depende de la calidad genética del animal y también de los cuidados y alimentación, que haya recibido el perro. Así por ejemplo, no llega a los diez años de edad en las mismas condiciones una podenca que haya parido cuatro veces nada más, que otra que hay parido ocho y a la que se le han criado siempre todos los cachorros y además no se ha alimentado correctamente durante la lactancia. O no llega lo mismo un perro que se ha tocado varias veces del riñón (orinar rojo por sobre esfuerzo) por jornadas de caza excesivamente largas y en clima duro, que otro al que su dueño ha sabido recoger a tiempo. Siempre habrá excepciones, que vienen dadas por una genética también excepcional, pero en media, viene a ser como estamos diciendo.

Por supuesto que debemos seguir campeándolo todo lo que podamos, pues un podenco bien enrazado no deja de aprender y mejorar en su vida, pero el objetivo ya no es tanto el que aprenda como el mantenerlo en forma. Es decir, podemos sacarlo al campo en cualquier época, provisto de un bozal que le permita respirar bien y no sólo a sitios donde haya caza, cuyas épocas de cría debemos respetar, sino también a zonas donde únicamente pueda correr y ejercitarse. Esos paseos en nuestra compañía afianzan el vínculo necesario cazador-perro y también el control que podamos tener sobre el animal. Ahí está la mano del dueño para soltarlo, controlarlo y amarrarlo cuando desobedezca. El perro sabrá perfectamente porque se le amarra y corregirá.

En esta etapa de adulto, es cuando recordaremos del perro las mejores faenas, tanto físicas como de inteligencia y nariz, ya que el animal está en todo su apogeo. Si el perro ha sido correctamente sociabilizado de joven, sacándolo a cazar en distintos terrenos, con otros perros y personas de vez en cuando, en distintas situaciones climáticas y, por supuesto, habiéndole proporcionado el mayor y más variado número de experiencias cinegéticas, es cuando el perro alcanzará su madurez en mejores condiciones para que sea aquel podenco inolvidable que todos hemos tenido alguna vez en la vida o que aspiramos a tener.

Curiosamente, ese perro inolvidable que tuvimos, suele coincidir en el tiempo con la etapa en que nosotros también estuvimos en plenitud de facultades y con la afición por la caza más exacerbada. Pues era cuando más salía al campo y en definitiva, cuando su dueño más cazaba, que es lo que mejora a todo perro de caza.

Esta entrada tiene un comentario

  1. Manolo

    Me encanta todos los consejos y experiencias q a tenido este hombre sobre el mundo del podenco e aprendido mucho sobre el de los podencos

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