Hace unos cuatro años, tuve la oportunidad de participar, con mis podencos, en una cacería de conejos en una finca con plaga de estos lagomorfos. Casualmente, vinieron a grabar la jornada dos jóvenes reporteros, chico y chica, de una cadena de Naturaleza centroeuropea, creo recordar que austriaca o checa.
No se lo que habrían leído u oído, acerca de los cazadores españoles, aquellos dos reporteros. O tal vez fuera por la timidez del desconocimiento del lenguaje y encontrarse entre extraños, que nos miraban con cara de vinagre a los cazadores, en la reunión de antes de empezar la caza, mientras tomábamos un café con picatostes. Creí que no debía desaprovechar la ocasión y, después del desayuno, mientras las escopetas de posturas iban tomando posiciones en la mancha a batir, antes de soltar los perros, fui mostrándoles a aquellos dos jóvenes los daños que los conejos habían infringido a las siembras de girasol y de otros cultivos.
Posteriormente grabaron los transportines de brillante aluminio, donde iban acomodados los perros, que habían viajado hasta allí, con la misma suspensión y aire climatizado que el ocupante del coche, o sea yo mismo. También grabaron la garrafa termoaislante de cinco litros de agua, que introduje en mi zurrón para los perros, así como el botiquín de primeros auxilios, que siempre llevo para los canes.
A partir de esas primeras observaciones, los reporteros ya mostraban una cara más afable y parece ser que se le fueron esfumando los prejuicios que ciertos grupos, mal llamados ecologistas y/o animalistas, difunden dentro y fuera de nuestras fronteras, respecto a los cazadores españoles y al trato que prodigamos a nuestros perros.
Una vez terminó la mañana de caza, que no duraría más de dos horas y durante las cuales pudieron grabar también las continuas hidrataciones que proporcionamos a los perros durante la fase de esfuerzo, también grabaron la fase de limpieza y desinfección de los ojos de los podencos y su acomodo, de nuevo en sus respectivos transportines.
Sinceramente, creo que fue la cacería, de las últimas en que he participado, en que más satisfecho volví, porque creo que la labor de difusión realizada mereció mucho más la pena que la cacería en sí.
En otro orden de cosas, últimamente vengo siguiendo en internet una organización cuya web es www.redescubriendolacaza.es , cuya labor en pro de mostrar una imagen realista, digna y de espíritu conservacionista de la Caza, es encomiable. Como las imágenes valen más que las palabras, pongo abajo el enlace a alguno de los vídeos de sus actividades, generalmente campamentos de verano para niños y jóvenes cazadores.
A la Caza le hace mucha falta una buena labor de enseñanza y hasta yo diría, de marketing, en los tiempos que corren. Y cada uno de nosotros, cazadores, podemos ser parte de esa labor si cuidamos lo que mostramos sobre nuestra afición y el cómo la practicamos. Sirvan de ejemplo las imágenes de esos videos.